¿Quién se beneficia si las trasnacionales continúan en nuestro territorio con la extracción de minerales a cambio de cianuro y arsénico en la tierra y el agua, la eliminación de montañas y la creación de gigantescos huecos donde están enclavadas; la depredación de millones de litros diarios de agua necesaria para todas las formas de vida, la contaminación del aire y la conversión de tierras cultivables en paramos desérticos?
La velocidad con la cual se están destruyendo las condiciones que hacen posible la vida se ha acelerado en las últimas décadas, sin dudas las políticas de desarrollo y progreso dan cuenta de que este modelo civilizatorio, de producción, distribución y consumo es absolutamente incompatible con la preservación de la vida en el planeta.
Las políticas de carácter extractivista nos muestran, como sucede con la mega minería en nuestro país, que no existen negocios monopolistas sustentables, mientras mayores son las dinámicas destructivas en la extracción de recursos naturales, menores son las posibilidades de respuesta y adaptación a las condiciones planetarias que el saqueo genera.
En lo que puede ser caracterizado como el asalto final del capital a la naturaleza, las principales resistencias a este modelo depredador, a este proceso de acumulación por desposesión, nacen de pueblos y comunidades que sostienen su vivencia rescatando las experiencias del mundo tradicional. Son estas experiencias, estas memorias colectivas de que es posible vivir de otra manera, las principales reservas políticas y culturales con las cuales cuenta la humanidad para cuestionar y resistir el avance de este modelo depredador y destructor de la vida.
Construimos nuestras organizaciones como espacios fundacionales de un nuevo modelo civilizatorio, sosteniendo colectivamente tradiciones ancestrales que recuperen el sentido de vida, como el sumak kawsay (el buen vivir) del que hablan los pueblos indígenas andinos, replanteándonos las relaciones entre los seres humanos y la madre tierra, vinculándonos desde una vivencia de respeto con la naturaleza, luchando por sus derechos y armonizando nuestra relación con ella reconociendo su dimensión espiritual.
En ese sentido no nos sorprende que quienes se arrogan el poder para violar los derechos de la madre naturaleza hoy estén procesando a Luciana Santillán y Gerónimo Peralta, referentes sociales de la provincia de Jujuy que, como sucede con organizaciones hermanas en todo el país, son perseguidos por sostener la lucha por los derechos de la naturaleza, por defender el agua y la vida.
Entendemos que el valor agregado de cada una de las organizaciones que en nuestro país enfrenta a los monopolios radica en su “espíritu de sacrificio”, en su disposición a dar pelea ante las trabas que surgen, sostenidos desde valores que expresan la fuerza de la montaña y que van a contramano de la locura de la sociedad actual.
CON MEGA MINERÍA NO HAY PAÍS EN SERIO
POR LOS DERECHOS DE LA NATURALEZA
EL AGUA Y LA VIDA SE DEFIENDEN
Corriente del Pueblo
Jóvenes KURMI
Instituto Taki Onqoy
Movimiento Campesino de Jujuy
Contactos:
(388) 154-770837 (Luciana Santillán)
(388) 155-148242 (Gerónimo Peralta)
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